Qué es el ‘staking’, el sistema que nos hará olvidarnos de la minería de criptomonedas

Jun 23, 2022

Javier Pastor
25/03/2022

La era del ‘Proof-of-Work’ se difumina. Tanto bitcoin como Ethereum se basan en el mecanismo PoW desde su creación. Esto es: si resolvías cierto problema computacional con tu trabajo (tiempo y potencia de proceso), se te recompensaba con esas criptomonedas. La minería era accesible a todo el mundo al principio, pero en los últimos años se ha convertido en un segmento dominado por los grandes mineros.

Se han creado grandes granjas mineras que consumen muchísima energía y que están basadas en ordenadores especializados (ASIcs) en el caso de bitcoin o en tarjetas gráficas (GPUs) en el caso de Ethereum. Esto último ha provocado por ejemplo que las opciones de conseguir las últimas versiones de NVIDIA o AMD haya sido casi imposible.

Se acerca la era del ‘Proof-of-Stake’. Algunas criptomonedas han pasado ya a otro mecanismo en el que las recompensas se basan en otra cosa. Ya no se premia a los usuarios por su trabajo, sino por las criptomonedas que tienen «inmovilizadas» para apoyar ese ecosistema.

‘Ethereum 2.0’ precisamente hará uso de un mecanismo PoS que hará que la minería de ETH desaparezca —lo que también ayuda reducir notablemente el impacto medioambiental de la minería—, y eso hará que lo de minar con tu tarjeta gráfica quede en el pasado para esta y otras criptodivisas que se derivan de ella. Ahí es cuando empezaremos a hablar de verdad del ‘staking’.

Qué es el ‘staking’. Con este sistema ya no se validan transacciones al resolver esos complejos puzzles matemáticos. En lugar de eso los ususarios validan transacciones de acuerdo al número de criptodivisas que tienen en el sistema, en base a su ‘participación’ (stake).

Esa participación está básicamente inmovilizada o bloqueada durante un tiempo, y contribuye al valor global del ecosistema y al sistema de consenso PoS utilizado. Los usuarios con mayor participación tienen más opciones de validar transacciones y por tanto obtienen mayores recompensas. Cuanto más aportas (participas), más ganas.

¿Pero esto va a dar dinero? Lo está dando. Solana y su token SOL hacen uso de este sistema y la rentabilidad ronda el 5,8% al año. La cosa es aún mejor para Polygon y su token MATIC, cuya rentabilidad anual se estima que es actualmente del 27,18%. Hay otras criptomonedas que hacen uso de este sistema y las rentabilidades oscilan muchísimo.

¿La razón? Como siempre, que la volatilidad sigue estando presente en el mercado de las criptodivisas. En estos momentos por ejemplo la criptodivisa OHM (Olympus) tiene una rentabilidad anual de estimada del 240,58%, pero esos números no son en absoluto una garantía (y mucho menos una recomendación de inversión, aquí, como siempre decimos, precaución máxima).

Ventajas del staking. Más allá de los beneficios medioambientales —y de que teóricamente las gráficas volverán a poder comprarse a precios normales—, el potencial del staking es claro a la hora de lograr una rentabilidad interesante para las criptodivisas. Es como esas acciones que además de subir de valor nos dan dividendos. Quienes participan en estos proyectos pueden también tener esa satisfacción de contribuir a que se conviertan en parte importante del (¿nuevo?) sistema financiero, pero evidentemente el atractivo está en ese formato de ingresos pasivos: tengo un dinero inmovilizado, pero sé (bueno, en realidad no) que me va a ir dando unos ingresos.

Riesgos del staking. Ya hemos hablado en el pasado de la volatilidad de las criptodivisas. Los precios pueden subir, sí, pero también se pueden derrumbar. Tener una participación en una cripto a la baja será poco (o nada) rentable. Hay además plataformas que tienen «permanencia» como los contratos de operadoras móviles, y no podrás mover tus criptos durante ese tiempo.

Esas inversiones son menos flexibles que las que haríamos si comprásemos criptodivisas para luego ir cambiándolas por otras. La analogía con el mundo financiero es clara: el staking sería algo así como tener un fondo de inversión que paga dividendos y tiene ciertas permanencias (y penalizaciones si no las cumples), y lo otro sería operar con acciones que podemos vender en cualquier momento.

Cuentas corrientes 2.0. En cierta medida, lo del staking recuerda mucho a las cuentas corrientes de toda la vida. Antes uno llegaba al banco, guardaba allí sus ahorros y estos iban generando unos intereses que durante cierta época eran muy atractivos. Tener el dinero en el banco rentaba, pero hemos pasado a un momento en el que a uno le cuesta dinero hasta tener una cuenta.

Con el staking tenemos un modelo similar, aunque ciertamente la rentabilidad no está garantizada, como tampoco el propio valor de la criptomoneda de la que hagamos staking, que podría caer a plomo y dejarnos a cero y sin la deseada rentabilidad.